jueves, 15 de julio de 2010

¿Y los usuarios sociales?


Recientemente, el senador Alejandro García Padilla hizo un reclamo al Gobierno para que comience la implementación de un programa masivo y sistemático de medicación de adictos para atender el dramático problema de trasiego de drogas y violencia que azota al País.

Según el Senador, la rampante ola de asesinatos como efecto directo del narcotráfico en la Isla -que ya ha tomado proporciones épicas y ha reclamado vidas inocentes- está estrechamente relacionada con la falta de tratamiento de adictos.La idea básica sería atacar directamente la entrada de dinero en los puntos de droga para socavar la economía del narcotráfico en Puerto Rico. Muy astuto por demás.

García Padilla fue enfático en el hecho de tener en su poder copia de "más de mil" estudios del tema a nivel mundial que han reflejado una relación directa entre los adictos y el narcotráfico. No pongo en duda la veracidad de estos estudios pero considero que es imperativo definir a qué se le llama adicto.

Tuve la oportunidad de entrevistar al senador del Partido Popular Democrático sobre su propuesta y no pude resistir la tentación de increpar acerca de este punto en específico. Según mi interpretación, cuando García Padilla utiliza el adjetivo “adicto”, se refiere al adicto deambulante indigente. Pero mi interrogante está dirigida hacia el usuario social, el recreativo. Aquel que puede funcionar según los estándares sociales y, a la vez, es un consumidor pasivo. Ese que tiene poder adquisitivo y que probablemente aporta más al punto de drogas que al adicto deambulante común y corriente que pulula por las calles de la Isla.

En este tan contradictorio e incómodo tema para muchos, debemos ser completamente honestos y admitir que en Puerto Rico existe un gravísimo problema de consumo de drogas de tipo recreativo. No tan sólo de alcohol sino de narcóticos y drogas más fuertes como la heroína por vía respiratoria, la cocaína y el crack. Estos últimos han incrementando su popularidad, no tan sólo en la población joven, sino en la de adultos maduros.

Asimismo, es de vasto conocimiento que la cocaína está ligada estrechamente al consumo excesivo de bebidas embriagantes. Desgraciadamente, las estadísticas en el País no son específicas arrojando luz sobre esta relación y la falta de datos ha creado un cúmulo de desinformación y mitos alrededor del uso de drogas que distan mucho de la realidad.

Según los números provistos por el programa de Evaluación de Necesidad de Servicios para el Abuso de Sustancias de la Administración de Servicios de Salud Mental y contra la Adicción (ASSMCA), para el 2002, un 69.3 por ciento (ó 1,731,502 personas) en Puerto Rico eran usuarios de alcohol y un 10.9 porciento (ó 273,202 personas)eran usuarios de cocaína. No hace mención alguna de estadísticas sobre el crack. Pero ¿cómo se contabilizaron a estos usuarios? ¿Qué población se utilizó para este estudio? ¿Personas que han acudido a ASSMCA para tratamiento?

Además de que estas estadísticas fueron recogidas hace más de ocho años, no ofrecen detalles sobre el perfil del usuario social y no contabilizan el incremento del uso del crack entre usuarios de cocaína.

Es importante combatir la ya caduca visión de que el crack es una droga de deambulantes o indigentes que se mantiene en las más bajas estratas sociales. Tal y como era durante la gran epidemia de esta droga en la década del 1980 en las grandes ciudades estadounidenses.

La popularidad de esta droga entre usuarios de cocaína se ha incrementado vertiginosamente. Hoy día el crack ha hecho acto de presencia en todos los perfiles sociales ya que tiene un denominador común con la popular cocaína: la vida nocturna. En una sociedad que cada día depende más de un funcionamiento 24 horas al día y siete días a la semana, la cocaína y el crack son alicientes de rendimiento en el ajetreo del diario vivir.

En su libro "La Guerra de las Drogas", la periodista mexicana Manú Dornbierer asegura que "para poner la cocaína al alcance de la gente de pocos recursos, y naturalmente ampliar en forma impresionante el hasta entonces reducido mercado de la cocaína, se inventó el crack... que se puede adquirir a un precio 10 o más veces menor que la cocaína".

Pero no debemos olvidar que los narcotraficantes son “negociantes”, por tal razón es importante analizar este fenómeno desde un punto de vista económico. El crack (o roca) es el resultado de hervir clorhidrato de cocaína en una solución de bicarbonato de sodio o amoniaco. Osea, una manera económica y muy rentable de rendir la cocaína pura, asegurándole al narcotraficante hasta diez veces más la ganancia de un kilo de cocaína vendida en gramos.

Actualmente, y en una sociedad que cada vez se sumerge más en una incesante crisis económica mundial, los usuarios por recreación utilizan alternativas creativas para conseguir ese efecto tan cotizado de la cocaína, y el crack representa una solución viable y poco costosa.

No obstante, los efectos de esta droga son nefastos para el ser humano. Según la Organización Mundial de la Salud, el crack causa "considerable euforia o estimulación del sistema nervioso central casi inmediatamente... A los pocos minutos la euforia es reemplazada por ansiedad, miedo, depresión o apatía considerables. Estos efectos psicológicos desagradables (disforia) pueden combatirse fumando más...Si el individuo sigue fumando, puede llegar a tener alucinaciones, percepciones ilusorias, ideas paranoides o un comportamiento francamente psicótico" y es ahí donde estriba el grave peligro de esta droga.

Sólo tenemos que analizar detalladamente las noticias de crímenes violentos en la Isla y es muy probable que en la gran mayoría de esos casos encontremos al crack como el denominador común. Inclusive, en casos tan notorios como el asesinato del niño Lorenzo González en un sector exclusivo de Dorado, las autoridades informaron sobre el hallazgo de una pipa de crack con rastros de ADN de la madre del niño y principal sospechosa.

La respuesta del senador García Padilla a mi pregunta fue un tanto retórica, guareciéndose en las clásicas adulaciones sobre la pregunta formulada de quienes son sorprendidos con un punto que los toma por sorpresa. No dudo de las nobles intenciones del Legislador y su genuina preocupación, pero su propuesta está basada en la desinformación.

La medicación de metadona o buprenorfina no resuelve en ninguna manera el problema de los "usuarios sociales". Aquellos que son funcionales dentro de los estándares sociales y que no consideran tener ningún tipo de problemas con su consumo. Éstos posiblemente contribuyen con la tajada más remunerante de las ganancias netas de los narcotraficantes al ser consumidores constantes que tienen poder adquisitivo. Los adictos deambulantes apenas pueden costear sus vicios.

El consumo por parte de usuarios recreativos y funcionales es quizás el más grande tropiezo que tiene la lucha contra la erradicación de la droga en Puerto Rico. El notorio narcotraficante colombiano Pablo Ecobar, aseguró una vez que sin demanda del producto no hay oferta. Entonces, lo primordial es identificar dónde está la verdadera demanda del producto y atacar el problema desde ese ángulo.

Quizás el primer paso sería comenzar con aquellos que se supone nos sirvan de ejemplo y someter obligatoria y sorpresivamente a todos los funcionarios públicos a pruebas de dopaje sólo para asegurarnos de que aquellos que tienen a su cargo combatirla, no estén atrapados en ellas.

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