viernes, 11 de febrero de 2011

La lección de Egipto



Hoy, 11 de febrero de 2011, será un día que se recordará en la historia de la humanidad como el momento en que un pueblo, unido y hastiado, logró imponer su voluntad y deshacerse de un dictador financiado y amamantado por los grandes intereses de los burocratas capitalistas del mal llamado Primer Mundo.

Las manifestaciones masivas comenzaron sorpresivamente el pasado 25 de enero. Primero fue el Día de la Furia y luego la marcha de un millón de personas seguido por terribles demostraciones de represión y violencia en contra de los manifestantes.

El sabotaje descarado de las comunicaciones -incluyendo la Internet- por parte del Gobierno de Mubarak, fue una señal clara de una gestión totalitarista, respaldada desde la oscuridad por los Estados Unidos, que sentaría un precedente peligroso sobre un futuro que bien podría ser producto de la imaginación de George Orwell o Aldous Huxley.

Ya ha quedado claro que la democrácia moderna no es un sistema que resguarde los derechos de la mayoría sino los de los grandes intereses económicos de las potencias mundiales. Pero la lección ha sido clara y contundente: un pueblo es dueño absoluto de su destino y tiene el derecho fundamental de obligar a cualquier lider que atente contra los intereses de la mayoría a dimitir inmediatamente sea por la vía diplomática o por la más estridente desobediencia civil.

Las imagenes que comenzaron a llegar desde el medio día de hoy evocaban sentimientos poderosos de victoria y, sobretodo, esperanza. Ver ese abrumador despliege de amor por su país y orgullo de asumir la responsabilidad nacional, evocó imágenes nostálgicas de la caída de las dictaduras del Cono Sur y hasta la caída del muro de Berlín.

Pero un punto debe quedar totalmente claro: la opresión es opresión venga del sector que venga. Todo sistema de gobierno, sea de izquierda o de derecha, tiene como base fundamental en sus textos teóricos el respeto y la omnipotencia de la voluntad masiva. Cualquier atentado contra este sacramento debe ser arrancado de raíz y extirpado cual cáncer asesino.

Es muy probable que próximamente veamos como los burocratas de Washington comienzan a correr despavoridos frente a esta nueva amenaza que atenta en contra de sus intereses corporativos de ultramar y, como es usual, lograrán ofrecerle asilo político a este dictador y, quien sabe, hasta algún contrato de asesoría.

La pregunta de rigor sería: ¿aprenderemos la lección dada por el pueblo egipcio aquí en Puerto Rico? ¿Nos servirá de inspiración para comprender que el gobernar es un privilegio y no una posición adquirida por herencia divina?

Ya no es un mito ni una proposición ilusoria de idealismo social sino una total y concreta realidad. Los gobiernos y dictaduras totalitarias no son infalibles y pueden ser sacados de raíz una vez se convierten en sistemas obsoletos e inservibles para el pueblo trabajador.

Después de 30 años en el poder absoluto, el pueblo destronó de un solo zarpazo al régimen de Hosni Mubarak. Quizás este sea el momento de reflexionar y, en vez de ciegamente aceptar un papel secundario en la jerarquía del planeta, decidamos sacudirnos el polvo de la ignorancia de nuestras ropas y asumir la importantísima tarea de hacernos responsables de nuestros actos...así como lo decidió Egipto.