miércoles, 17 de febrero de 2010
El vivo recuerdo de la Guerra Sucia
Las nefastas consecuencias de la Guerra Sucia vivirán por siempre en la infamia. Más aún cuando sus repercusiones sociales siguen causando estragos y algunos de sus perpetradores continúan impunes a más de 20 años de que la última dictadura militar sucumbiera en América del Sur.
Recientemente, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, informó sobre las intenciones de su gobierno de crear una comisión nacional para investigar los casos de violación a los derechos humanos cometidos durante la dictadura militar en ese país entre 1964 y 1985 que aún siguen sin ser esclarecidos.
La iniciativa surge ya que Brasil es la única nación Iberoamericana que aún no somete a un juicio a los militares involucrados en abusos durante la dictadura militar impuesta luego del derrocamiento del presidente João Goulart en 1964. Una ley de amnistía en 1985 otorgó inmunidad a cientos de militares brasileños por los supuestos delitos cometidos durante el mandato del gobierno de facto.
Según los estudios llevados a cabo por el grupo Tortura Nunca Más y la Comisión de Reparación, organismo gubernamental creado para la indemnización de las víctimas de la represión, se determinó que existen al menos 475 casos conocidos de desapariciones y asesinatos a manos de las Fuerzas Armadas de Brasil.
Las dictaduras sudamericanas posiblemente son el capítulo más oscuro en la historia de este hemisferio. Apoyados por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos y respaldados por la Doctrina Truman, militares en países como Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Brasil se dieron a la tarea de eliminar sistemáticamente cualquier rastro de militancia socialista en sus territorios. El plan se bautizó como Operación Cóndor y fue el responsable directo de al menos cinco golpes de estado y la subsecuente institución de gobiernos militares que restringían las garantías civiles de los ciudadanos.
En momentos en que recientemente el mundo presenció el primer golpe de estado del siglo 21 en Honduras, es importante mantener vivo el recuerdo de la Guerra Sucia. La incomprensible degradación del ser humano al tratar de imponer sus ideas, es el gran denominador común de todas las dictaduras de la historia. Dejar impunes a sus protagonistas sería darle un espaldarazo a este tipo de represión y fomentar su institución en el futuro.
Es fundamental que todos los responsables –incluyendo a aquellos sectores del Gobierno estadounidense que estuvieron involucrados en esta operación clandestina- finalmente den cara a la justicia y acepten su protagonismo.
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