viernes, 4 de septiembre de 2009

¿Los verdaderos responsables?


Definitivamente, la violencia policíaca contra estudiantes universitarios en Río Piedras no es nada nuevo. Desde principios de la década del 1960 se han registrado innumerables encontronazos entre la uniformada y facciones estudiantiles, siendo los más notables los disturbios contra el ROTC del 11 de marzo de 1969 y la huelga de 1981 por el alza en el costo de las matrículas.

Es inaceptable la manera en que la Policía de Puerto Rico –que promulga en sus insignias “Protección e Integridad”- ha enfrentado tales situaciones, especialmente la manera indiscriminada en que se han brutalizado y ultrajado los derechos civiles, no tan sólo de los estudiantes universitarios, si no de la población en general.

No obstante, en tiempos recientes, las razones de disturbios similares tienen una raíz mucho más compleja y profunda que ideologías políticas y manifestaciones de protesta.

No es lo mismo

Si es cierto que la gran mayoría de las incursiones uniformadas del pasado han degenerado en golpizas perpetradas contra los estudiantes, no debemos apasionarnos y juzgar la situación del motín de agosto pasado a base de los precedentes existentes.

Los sucesos de la madrugada del 21 de agosto del 2009 en la Avenida Universidad, de ninguna forma se pueden analizar de la misma manera que a los históricos enfrentamientos del movimiento obrero estudiantil contra la Policía de Puerto Rico.

Si bien el curso de acción con que la fuerza policíaca atendió este motín fue uno absurdamente inadecuado, también es cierto que las causas no se asemejan en lo más mínimo a las famosas huelgas estudiantiles de la UPR. Seamos francos, actualmente, un jueves de semestre, a Río Piedras no se va a organizar facciones de resistencia ni movimientos de justicia social.

La responsabilidad de los comerciantes

Tanto los medios, como otras organizaciones en pro de los derechos civiles, han enfocado su censura en la Policía y su sospechosa intervención relámpago, a días de que el gobernador Luis Fortuño anunciara una veda en la venta del alcohol después de la media noche.

No obstante, nadie se detiene a pensar en el rol y la responsabilidad del sinnúmero de comerciantes, dueños de barras, que han establecido, en menos de tres años, más de media docena de negocios de venta de bebidas alcohólicas en sólo un bloque de la avenida.

No debemos pecar de ingenuos y admitir que en la Isla existe un grave problema de consumo de alcohol. Estadísticas de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA), muestran que, para el 2002, un 40.3 por ciento de los hombres y un 60.0 por ciento de las mujeres, tenían dependencia o habían abusado del alcohol.

El panorama se agrava ya que en muchos de estos establecimientos no tan solo se promueve el alcohol, sino que prolifera la venta y el uso de cocaína –ligada estrechamente al excesivo consumo de bebidas embriagantes. Según los reportes de la ASSMCA, el consumo de cocaína en Puerto Rico aumentó de un .07 por ciento en el 1998 a un 2.4 por ciento en el 2002.

Ahora bien, el código de orden público de Río Piedras establece en su artículo 9.5 que “se prohíbe la venta o expendio de bebidas alcohólicas para consumo fuera del establecimiento”. Más adelante, el artículo 9.10 estipula que “se prohíbe ingerir o poseer envase abierto que contenga bebida alcohólica en las vías públicas o sitios públicos del centro urbano de Río Piedras”.

También, en el artículo 9.12 prohíbe “el ruido excesivo e innecesario”. Entonces, ¿por qué estos comerciantes no se han sometido a las estipulaciones de esta ordenanza? ¿Por qué es hasta ahora que las autoridades han hecho algo al respecto?

Cualquiera que haya vivido por los últimos tres años en la urbanización Santa Rita –colindante con la Avenida Universidad- ha sido testigo de la proliferación de establecimientos tipo “pub” en esta área y con ellos el consumo de alcohol y los ruidos innecesarios.

El ambiente, lejos de ser un área de confraternización para los estudiantes, se ha convertido en una zona de alta incidencia criminal que atrae a un sector no relacionado con la Universidad de Puerto Rico ni con Río Piedras.

A los comerciantes les impacta positivamente esta tendencia, claro está, pero parece no importarles que sus derechos como comerciantes no les exime de la responsabilidad social para con los jóvenes, su clientela.


Río Piedras es para los estudiantes


Río Piedras es una de las pocas ciudades universitarias en el mundo que no ofrece un ambiente seguro para sus estudiantes.

No es un secreto que esta área está flanqueada por dos de los puntos de heroína y crack más notorios de la ciudad. Río Piedras se ha convertido en el lugar de encuentro de adictos, violadores, rateros, narcotraficantes y todo tipo de antisocial que, irónicamente, convive con los jóvenes estudiantes que allí se hospedan.

La ciudad universitaria le pertenece a sus residentes y estudiantes; a eventos culturales, al desarrollo de café teatros, librerías, restaurantes, cafeterías, centros sociales y espacios de tertulia y no a barras tipo discoteca que prefieren mantenerse ajenos a las verdaderas necesidades de la comunidad.

Es inconcebible como se le da prioridad a establecimientos que no aportan nada al entorno del espacio urbano, quitándoles la oportunidad a jóvenes empresarios de desarrollar ideas ligadas a actividades de gran valor cultural.

La meta no debería ser prohibir la vida social ni la venta de bebidas en el área. El fin debería ser liberar a esta comunidad de las manos de estos negocios que la han tomado de rehén,atrayendo grupos que se han convertido en una verdadera calamidad para Río Piedras.

Analicemos bien la situación, si estos comerciantes inescrupulosos respetaran los códigos de orden establecidos, los estudiantes no hubieran estado en el punto más vulnerable de la línea de fuego ese 21 de agosto.Entonces, ¿quiénes son los verdaderos responsables?

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